No seré yo el que niegue a cada quien el derecho a gastar su dinero (si es) honestamente ganado en lo que prefiera (siempre que esté dentro de la legalidad, por supuesto), pero hay ciertos caprichos de algunos a los que les sobra de todo en lugares donde muchos no tienen de nada, que ponen en duda los escrúpulos que puedan haber tenido para conseguirlo.
¿Han actuado con honestidad en los negocios que han hecho?
¿Han dado a cada uno de sus trabajadores lo que era de justicia en función de la parte de la riqueza que han generado?
¿Han aportado a la Hacienda del país donde han producido esa fortuna lo justo en comparación con el resto de contribuyentes?
Si estas tres preguntas se responden con un SI rotundo, entonces no ha lugar al reproche, aunque me siga pareciendo una falta de respeto.
Una rápida búsqueda en Internet y, ahí está, el sujeto en cuestión se dedica a los negocios de especulación inmobiliaria.
No más preguntas, señoría...
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